.... 'sin título' ....

Recuerdo la última vez que me dijiste que me querías. Acabábamos de hacer el amor y entre la somnolencia susurraste un “te quiero”. Entonces ya leía la mentira en tus ojos. Pero tu boca disimulaba tan bien... No sé exactamente lo que me hizo darme cuenta de que tus caricias eran fingidas. Tan solo lo supe.

Aquella misma noche empecé a sentirme extraño. Estaba estirado en la cama, contigo al lado. Sentía el calor de tu cuerpo, tu respiración, pero empezabas a ser nada para mí. Dormida eras solo un peso a mi lado. Y yo pensaba en ti, en aquella que ya no estaba conmigo. Cerré los ojos y me mareé. Todo daba vueltas a mí alrededor. No era solo una sensación, era real. Podía sentirlo.

Al fin me dormí. Y soñé. Fue un sueño muy largo y muy extraño: cortinas de satén azul azotadas por el viento. Habitaciones cerradas, sin ventanas, espaciosas como el firmamento. El suelo era de arena y en las paredes se podía oír el mar. Yo volaba buscándote. No hacía más que dar vueltas de habitación en habitación, y todas eran iguales. Solo conseguía verte a lo lejos, cada vez más distante. Me enredaba en la luz de tu mirada y seguía hacia delante atravesando los cristales.


Estabas delante de mí y rompías a llorar. Y yo me ahogaba de angustia en tu risa-llanto, llanto-risa de color malva. Estabas preciosa de lino blanco, esperándome con tu sonrisa culpable, tu mirada ausente. Y te fuiste con tu amor que ya no era para mí.

Pensé, al despertar, que ya no me querías. Supe que era así. Y lo pensé bien, porque por la mañana ya no estabas. No me extraño, te habías despedido en el sueño. Creo que en el fondo sabías que lo habías hecho y yo que ya no estarías al despertar. Pero te olvidaste llevarte tu blusa, la de lino blanco.

Me levanté y no me ví en el espejo. Me busqué en mi pensamiento mientras me hacía un café. Seguí mareado, descompuesto. Pensé que era por la desesperación de no encontrarte a mi lado.
El café no me ayudó, pasó a través de mi cuerpo sin ninguna importancia. Y pronto descubrí que tu ausencia no era la única razón de mi sensación de desamparo. Seguía sin saber dónde estaba y volví a al cama.


A pesar de mi, la noche volvió. Yo solo di una vuelta en la cama, para comprobar que no estabas, y el día se había escapado contigo. Qué suerte!, pensé, así si duermo unas horas más, cuando despierte ya seré viejo y no me importará que mi vida se esté agotando, me quedará menos sin ti.

Pero nada salió como esperaba. Aquella noche volví a soñar contigo. Eras un gran árbol en medio del mar, ibas drenando el agua, y ésta corría por tus venas, por cada partícula de tu corteza hasta llegar a la punta de tus ramas. Y volvía a salir. Yo estaba sediento y tú me robabas el agua mientras te miraba impotente. Eras la fuente incansable de mi dolor. Hasta te dejaste escapar y huiste nadando hacia la orilla, donde yo miraba aterrorizado hacia el Sol que me hacia una mueca de burla. Cerré los ojos, una mano había salido del Sol e intentaba quemarme con el índice llameante. Abrí los ojos y entré en una noche en medio de la ciudad. La ciudad triste, llena de soledad. Y yo solo veía la luna mirara donde mirara. Entonces apareciste. Eras bruma blanca envolviéndome. Podía olerte y me estremecía con cada recuerdo. Diste dos vueltas a mí alrededor y desapareciste negra.

Desperté de un sobresalto. Era real, ya no estabas a mi lado, pero tu blusa de lino blanco seguía encima de la silla.

Decidí no esperar a hacerme viejo en aquella cama y me levanté para seguir con mi vida. Ahora eras tan solo una neblina oscura para mí. Ya no más tu cara, tu risa, tu mirada, pero ah!... tu olor... Y los botones de tu blusa me miraban desde el otro lado de la habitación.
Seguía mareado, pero decidido a olvidar tu olor. Me duché a conciencia, encontré mi reflejo mientras me lavaba los dientes, me puse colonia. Pero mi gravedad había cambiado, era diferente a lo que fui.


Te habías llevado algo de mí. ¿Qué era lo que metiste en tu maleta antes de irte? ¿Para que un recuerdo si ya no ibas a volver?

Desconcertado, pensando en tu robo, salí a la calle y pronto me di cuenta de lo que habías hecho.

Me robaste mi sombra.

Supongo que fue un acto reflejo, como si no soportases la idea de dejar de quererme, de irte y saber que ya nada te vinculaba a mí.

En aquel momento decidí que ya no te podía querer. Recuperaría mi sombra y con su ayuda te olvidaría. Volverías a ser lo que fuiste antes de que te conociera. Olvidaría tu olor, te devolvería tu olor. Y buscaría otra felicidad.

Estuve paseando durante todo el día. Solo, completamente solo, porque tu me habías llevado la única compañía que la soledad permite. Nadie me veía al pasar. Pero tenía la certeza de que te iba a encontrar. Y al fin ocurrió. En una calle solitaria, como lo éramos entonces tu y yo. Tienes algo que me pertenece, y diste un brinco. Antes de que pudieras decir nada te tendí un sobre. No se me ocurrió otro lugar donde guardar tu olor. Creí que era lo más apropiado, fue un último homenaje a tu recuerdo. Te encantaba que te escribiera cartas que ahora solo significan la distancia entre los dos.

Lo cogiste con cuidado, ya sabías lo que era. Tú me tendiste la mano y me deseaste un buen día, como una extraña, para disimular. Porque nadie hubiera creído que guardabas mi sombra en la bolsa de la compra que llevabas en la otra mano. La dejaste caer, te giraste y seguiste caminando fuera de mi vida. Así de sencillo fue.

Volviendo hacia casa la luna estaba en todas partes. Por un segundo una bruma me cubrió pero pronto se disipó. Me paré en medio de la calle y bajo la luna encendida pude ver que todo volvía a estar en su sitio. Volvió la gravedad, pude ver a mi sombra, otra vez, conmigo.
Esa noche ya no soñé contigo, tampoco conmigo ni con nada. Solo tengo la conciencia de que dormí durante horas, durante días. Y al día siguiente habían pasado los años. Tu blusa de lino blanco había desaparecido sin que nadie le dijera nada. Y yo, ya no me acordaba de ti ni de nadie que una vez hubiera robado mi sombra.



mayo 2007

Comentaris

Maran ha dit…
va dedicado a alguien? ;-)
Glow ha dit…
M'ha agradat molt, tot i que té un punt trist... em porta records de Wendy...

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